NOTAS CARTOGRÁFICAS DE SERVICIO PÚBLICO

sábado, octubre 01, 2005

CARTOGRAFÍA ARISTOCRÁTICO-PROLETARIA I


Hace 21 años, un niño observaba a sus padres discutiendo ardorosamente entre ellos, lanzándose mutuamente improperios. De cuando en vez volteaban hacia el niño, interpelándolo, invocando a que tome una posición: o con mamá o con papá. Rimbaud: “¿A quién venderme? ¿A qué bestia adorar? ¿A qué imagen santa atacar? ¿Qué corazones destrozaré? ¿Qué mentira debo sostener?”. Elegir un camino implica necesariamente dejar de lado otro. La tentación esquizo-masoquista, de la destrucción del Yo, del encumbramiento del Otro absoluto, del sacrificio, del cristiano lastimero y masoquista? O las seducciones de un despotismo que fagocita al otro, sádica e implacablemente.
Pero no toda disyuntiva es entre ser y ser. Bien podía elegir la no-elección, el mantenerse al margen, la no-equivocación, la fría observación de la distancia. Y eso fue lo que eligió el niño: ni con uno ni con otro, hábilmente disfrazada de un amor uniformemente repartido. El niño eligió la nada, el desierto de la inanidad: no elegir nada es en realidad elegir la Nada. La elección ética que el gran Otro nos conmina a tomar y que hace posible encadenarnos porcinamente en el goce, es decir en el menor esfuerzo. Por eso las almas bellas no van al paraíso.Es el juicio de un ser que se enfrenta a la prisión inminente, pasar a los extramuros del mundo, irse una zona en la que la vida humana queda reducida a su existencia animal y se disuelve el lazo del individuo con su sustancia social. Es el temor de no saber si el pellejo durará hasta mañana.
Luego aquel niño entendió que siempre hay pérdidas, pero también un poco de rabia para compensarlo todo.

Lima, 1 de octubre del 2005

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