NOTAS CARTOGRÁFICAS DE SERVICIO PÚBLICO

martes, setiembre 22, 2009

¿Por qué Sendero no?


No es la primera vez que un libro provoca revuelo, ni será la última. Hay algo en la palabra escrita que genera las más encendidas emociones, una ambivalencia radical donde residen el rechazo manifiesto y la muy secreta creencia de que esos gráficos concatenados en un texto contienen poderes mágicos y terribles. Pocos pueden escapar de esa fascinación. Sería necesario ser Atahualpa en Cajamarca para ver un libro tan sólo como un conjunto de hojas pegadas con unos peculiares dibujitos. Somos seres de significantes y a ellos estamos atados.

En este caso se trata de una compilación hecha por la mujer de Guzmán, lo que podría dejar dudas sobre la verdadera intención comunicativa. OK, asumamos que ese libro expresa lo que Guzmán quiere decir: ¿qué nos puede decir Guzmán hoy que no haya dicho antes? Por lo poco que se ha podido conocer, nada o casi nada ¿Por qué, entonces, tanto escándalo, si ya sabemos cómo piensan él y su gente?

En general, la gritería histérica de los medios es muy desagradable y, peor aún, sólo contribuye a la confusión, alejándonos de la reflexión tranquila. Esta publicación actualiza una pregunta que sigue siendo pertinente hoy, en el 2009: ¿Por qué no Sendero?

Claro, todos los crímenes, la crueldad y la violencia que ejerció durante los años que tuvo la fuerza suficiente para poner en jaque al estado parecen razones suficientes para hacer innecesaria la pregunta, pero no es así. Esa crueldad y violencia también ha sido ejercida por el estado republicano, con mayor intensidad y durante mucho más tiempo y eso no quita que sigamos pagando impuestos.

La violencia, presentada como la concreción del mal en el tercer planeta, en verdad no tiene (ni se esfuerza por tener) dignidad para ser pensada, sólo genera un rechazo instintivo. Es deber, sin embargo, reconocer hidalgamente que nuestra vida cotidiana descansa sobre los crímenes y desastres del pasado. Benjamin dijo que no hay documento de cultura que no sea también documento de barbarie. De ahí que es preciso controlar el horror, no dejar que éste nuble nuestra inteligencia y mantener la pregunta: de acuerdo, vivimos en un mundo violento y nuestro patrimonio cultural son los despojos de los vencidos de cada época, pero ¿por qué Sendero no?

En primer lugar, con Sendero nos encontramos en la curiosa posición de pensar si nos gustaría o no y si nos adhiríamos o no a un régimen político diseñado y aplicado por el PCP. La presencia de Sendero en la vida nacional significó una interpelación ideológica, apuntó directamente a los sujetos: "deja tu autocomplacencia y tu queja, este sistema es injusto y lo sabes, únete a la revolución o serás derrotado como un perro burgués". Es decir, en último instancia, cada sujeto debía decidir y la verdad es que todos decidimos en esos momentos. Incluyendo a los que no decidieron activamente y esperaron a ver qué pasaba, aquí o fuera de las fronteras.

Frente a Sendero, todos tomamos partido, de ahí que sea tan equívoco hablar de "víctimas inocentes", tal como lo hace la CVR. De cada quien, según su capacidad y posición de clase, salió una respuesta. Una respuesta que tenía que ver con la convicción íntima, personalísima y que hizo que todos pusiéramos la vida o algo en juego: los presos del Frontón, los campesinos de Luccanamarca y de Accomarca, María Elena Moyano, los de La Cantuta, los peruanos que hipotecaron su libertad un 5 de abril y un larguísimo etcétera que no llegaron a ser casos sangrientos.

Entonces me pregunto a mí mismo: ¿por qué no Sendero? Porque simplemente abomino de un sistema en el que el partido sabe qué es lo me conviene, que pretenda reeducarme enviándome a una chacra o al paredón, que a la espera de la nueva aurora me prodigue miles de infiernos cotidianos decididos por un comisario burócrata. En suma, porque en un régimen semejante, todos los horrores burgueses se repotenciarían bajo la justificación de la revolución popular. No soportaría, tampoco, una revolución cultural a la china en estas tierras: guardias rojos ingresando a los templos a destruir los rezagos del arte reaccionario o destruyendo las pinturas del museo de arte de Lima ("podrido arte burgués"). Es decir, completando el trabajo destructor que ya bastante ha avanzado el viejo estado burgués. Ya ni quiero imaginar en lo que se convertirían las universidades.

Bah! mil veces bah!

Con todas su desgracias y desastres, la democracia liberal, burguesa, corrupta e injusta como es, es menos mala que lo que hubiera resultado ser la República Popular de Nueva Democracia del Perú. Prefiero, íntima y convincentemente, un régimen perfectible antes que uno perfecto.

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