NOTAS CARTOGRÁFICAS DE SERVICIO PÚBLICO

domingo, setiembre 04, 2005

LA VERDAD SUPREMA


Hace novecientos años Occidente se lanzó contra los infieles bajo la proclama de “Dieu li volt” para ganarles los Santos Lugares e incorporarlos a la Cristiandad.
Esta historia no tendría mucha importancia ahora si no me la hubiese contado el eximio historiógrafo Giuseppe Morandi, recordado maestro que me inició en la labor de escribir la Historia, de convertir bandidos en héroes, idiotas en pensadores de ideas preclaras, y demás obras de caridad.
El profesor Morandi solía repetir una frase de Heinrich Grosz: “no importa cuán larga ni cuán trascendente sea la historia si no se le adorna con la suficiente mierda”. Esta frase siempre me pareció precursora y me animó a escribir las grandes hazañas de nuestros héroes: todos fueron grandes y todos fueron respetables y grandes las gestas y grande el etcétera.
Había construido un maravilloso castillo de honor y valentía, todos mis personajes figuraban en el Panteón de la Patria y el país se sentía orgulloso de tan egregio Pasado.
Sin embargo, no faltaron los incrédulos. Uno de ellos, un tal Otto Böecklin, hizo sus propias pesquisas apelando a todas las ciencias inventadas por el hombre, excepto una: la Historia. Este individuo llegó a la conclusión de que yo había mentido al país, que todos mis personajes habían sido en verdad unos bandidos de cuarta, y que merecía una humillación pública. Obviamente ni el Supremo Gobierno ni el Pueblo le creyeron, y Su Excelencia resolvió enviarlo a un hospital psiquiátrico ubicado en el desierto del Norte. Yo, en cambio, fui elevado a la categoría de Monumento Nacional Viviente, me otorgaron una pensión generosa y paso mis últimos días en una casa en la costa.
Quizá alguno de mis discípulos decida contar mi historia más adelante, pero esto me tiene sin cuidado ya que sé que no hará más que contar su propia historia.

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