NOTAS CARTOGRÁFICAS DE SERVICIO PÚBLICO

martes, julio 03, 2012

Affaire Crespo – Portocarrero, o la palabra a tajos


Ilustración del Presidente Scheber

Hubiera querido asistir al evento que desembocó en el ya bastante comentado affaire Portocarrero – Crespo. Mis responsabilidades familiares me lo impidieron, pero pude ver el match en You Tube, como para que nadie me la cuente. Los hechos son bastante conocidos y no me gastaré contándolos.
Al señor Alfredo Crespo no lo conozco, pero sí conocí mucha gente que piensa como él. Muy dueños de la verdad e invulnerables al menor asomo de duda. Es que dudar es de neuróticos, como yo o como el amable lector. En cambio, la certeza es de los dioses y sus amigos, como el Presidente Schreber.
Al señor Gonzalo Portocarrero lo conozco más. Entre los años 2003 y 2004 participé en el Taller de Mentalidades Populares TEMPO, que él dirigía. Nunca llegamos a ser amigos, pero me pareció un académico serio y con la sana costumbre de poner contraargumentos a sus propias hipótesis. Su énfasis en los factores psicodinámicos de los hechos sociales le ha merecido la desconfianza de muchos de sus colegas sociólogos, pero le ha granjeado simpatías entre psicoanalistas, psicólogos y otros profesionales. Y es que cada elección, incluyendo las teóricas, tiene costos. No necesariamente costos dramáticos, pero sí deja marcas en las relaciones sociales.
No he leído el libro, pero por los comentarios que he leído, Portocarrero insiste en plantear la realidad psíquica como factor causal del inicio de la lucha armada maoísta. Creo que ello no debe ser leído  como reduccionismo necesariamente, salvo que el autor diga expresamente que lo psicológico es EL factor determinante. Iluminar un aspecto determinado de un hecho puede ayudar a hacer más compleja la comprensión de ese hecho, salvo – repito – que el autor negara otras explicaciones o interpretaciones. Por eso me parece, por lo menos, apresurado acusar a Portocarrero de reduccionista. En todo caso, reduccionista también es ver en los sujetos de carne y hueso meras estructuras sociales o relaciones sociales sin biografía.
Pero en fin, estas reflexiones epistemológicas seguro serían denunciadas como sofisticaciones idealistas propias de un pequeño burgués sentimental y lacayo del imperialismo y la CIA. Por último, quien adhiere el Pensamiento Gonzalo no le interesan esos matices.
En el mundo de las pandillas juveniles, el líder batutea a su grupo cuando van a hacerle la cagada al grupo rival. Hoy, como ejemplo de la lumpenización de las relaciones sociales, Crespo va a todas partes con su barra brava, dispuesto siempre a boicotear eventos que ellos no organizan, metiendo miedo, queriendo que la gente se autocensure. Como ayer, como siempre.
Sin embargo, me parece que el punto central de Crespo (su nodo más totalitario) es cuando se irroga la facultad de dictaminar que Portocarrero NO DEBE usar un "enfoque psicologicista". ¿Quién dice cómo DEBE analizarse y cómo NO DEBE analizarse un hecho humano? Cuando alguien asume esa posición, está a un paso de dictaminar quièn tiene derecho a hablar y quién no, qué se debate y qué no se debate, qué se pude pensar y qué no se puede pensar.  
No sólo hay una diferencia objetiva entre lo que dice (o puede decir) Crespo con lo que dice Portocarrero, sino que cada uno tiene una percepción diferente sobre esa diferencia. Ahora, en honor a la verdad, ¿los del Movadef son los únicos que hacen eso?
Pero regresemos al cargo de “psicologismo” que se levanta contra el ciudadano Portocarrero. Hay toda una línea de investigación en la psicología social europea (desde Moscovici) que estudia los modos en las mayorías reaccionan frente a las minorías activas y una de las respuestas más usadas es la psicologización. Los miembros de la minoría son presentados en términos de anormalidad o deficiencia mental. La psicologización, en efecto, es uno de los modos más efectivos por los que se puede contrarrestar la influencia directa o indirecta de una minoría. Es, por tanto, una herramienta política del status quo.
La pregunta es: ¿es el ciudadano Portocarrero un elemento contrarrevolucionario por hablar algo sobre la realidad psíquica de quienes iniciaron su lucha armada en 1980? ¿es culpable de los cargos de “lacayo del imperialismo” por acudir a fuentes psicoanalíticas para comprender algo de las subjetividades puestas en juego durante el conflicto armado interno? Me parece obvio que Crespo y compañía saben muy bien que no. Por último, creo que ni siquiera les interesa Portocarrero. Sólo quieren mantener incólume la imagen del comunista como un Hombre Nuevo, sin dudas, contradicciones, inconsistencias como cualquier otro ser humano. El Hombre Nuevo comunista es un No-Hombre de nuevo tipo, capaz de darlo todo por la revolución. Cualquier sospecha de que ese ser estuvo marcado por la falta, debe ser denunciada, aplastada, aniquilada.
Hace mucho me llamó la atención los diferentes efectos que producían en mí las formas discursivas de Antauro Humala y Abimael Guzmán. Por ejemplo, en la entrevista del siglo, Guzmán me resultó sumamente aburrido. No había nada él en juego. No había sujeto Guzmán hablando, era la Inexorable Lógica de la Historia la que hablaba por él. En cambio, con Antauro uno se podía entretener, pues apelaba a tocar algo del deseo de los otros, dispuesto a debatir, airada y furiosamente, pero debatir. Claro, hasta que llegó el Andahuaylazo y se plantó. Incluso la relación con el mundo de la vida en ambos personajes parece sugestiva. Antauro, un bon vivant, un amante aventurero, casi un macho cabrío. Guzmán, un reprimido abogado entregado a dirigir una revolución desde un escritorio burocrático.
Bueno, hasta ahí las opiniones e impresiones. Algunos seguirán insistiendo en el supuesto reduccionismo de Portocarrero. Pero, incluso si esos cargos fueran verdaderos, ésta puede ser una oportunidad para  mejorar nuestra comprensión de uno de los episodios más dramáticos de nuestra historia republicana. No es por ponerme la camiseta, pero creo que la psicología (sobretodo la psicología social, más que la clínica) no ha dicho todavía suficientes cosas al respecto.
Esos matices y brechas en los discursos son precisamente las pequeñas batallas por la memoria de todos los días. Y es precisamente a ese terreno de indecibilidad donde los actores políticos llegan con sus instrumentos retóricos para sobreescribir y simplificar las cosas en términos de “conmigo o contra mí”. Y ahí caen por igual Crespo, Alditus M y los ceverristas.
Finalmente, mi esperanza secreta y solitaria, es que ojalá muchos estimados amigos que se horrorizaron al ver el video del mencionado affaire dejen de lado la autocomplacencia, el autobombo y se animen a imaginar siquiera que hay muchas personas que no piensan como ellos. Que cuando uno entra en tierras fragosas, hay que ser astuto como serpiente, no manso como paloma y hay que tener las palabras en ristre.

miércoles, febrero 01, 2012

Esperandote nacer

Preciosa criatura, espero tu llegada con mezcla de calma e inquietud. Algún día entenderás (es decir, me esforzaré por que así lo entiendas) que de alguna manera un nacimiento evoca otros nacimientos: interminables esfuerzos humanos, búsquedas inacabadas, relato inconclusos. Tú y tu hermana nos enseñan a ser papá y mamá, a trompicones y con métodos pedagógicos implacables, pero aquí estamos, en la trinchera como siempre y por siempre.

Aquí te pongo una canción para que la escuches algún día. Aparentemente, no tiene nada que ver con tu nacimiento, pero cuando la oigas estoy seguro que la disfrutarás y le darás un mejor sentido.

lunes, enero 23, 2012

Citoyens, un effort!


Al pie de una nueva era, me pongo al corriente de las novedades, de los silencios y las mezquindades. No cabe un solo alfiler en la almohadilla después de tantas horas consumidas. El planeta está saturado de sentido y a las palabras se les hace cada vez más difícil abrir tajos que enseñen a pensar y soñar. Gota a gota, se solidifica la roca. Golpe a golpe, se gasta el bronce. No se abrirán de par en par los ojos ni las nubes sólo por ver tu sonrisa y el café matinal. Allá, más allá de las montañas, acechan las fieras y las palabras no sólo deben ser muy cuidadas: deben ser las mínimas posibles.
Nunca fue fácil encontrar la palabra, la tilde, la diéresis, la acepción precisa. Pero el laberinto actual, camarada, complica las cosas. Ahora, Prometeo tiene más de un buitre.

miércoles, julio 28, 2010

10 años de 4 Suyos


Hace 10 años fue la Marcha de los 4 Suyos. Los mastines fujimoristas se burlaban de la marcha de los cuatro gatos. De hecho, no llegaron a frustrar la coronación del sátrapa pero fue la movilización ciudadana más grande que vi en mi vida. Bueno, ese año y el siguiente estuvieron particularmente movidos. En muchas estuve presente, en varias me tocó el gas lacrimógeno y correr, mientras la prensa basura y buena parte de la gente seguía entregada al pacificador. Muchos de mi generación anduvieron por ahí y en ese ambiente se forjaron algunos liderazgos que siguieron sonando en los años siguientes, algunos como buenos profesionales y líderes, otros como tristes nostálgicos que continuaron reivindicando haber "combatido a la dictadura desde las aulas y las calles". En fin, quienes participaron de esas movidas tienen derecho a usar su pasado y sus afanes. Y también hay los otros: los que pasan piola, los silenciadores, "los mismos que las piernas te cortaron..." (Alejandro Romualdo dixit).

¿Qué pasó después? La restauración,claro ¿Qué se han creído los ciudadanos? ¿Que esto es una república? Terroristas deben ser.

O acaso hubo demasiadas expectativas. Al fin y al cabo, somos seres humanos, seres arrojados al mundo, seres de la falta en ser, seres inacabados.

10 años y el país se ha movido. Indudable. Y yo también, ciertamente. ¿Quién no ha tenido sus revuelts y sus 4 Suyos en movimiento?

domingo, mayo 23, 2010

Sobre una idea de dios


Sobre la idea de dios pocas veces he hablado con la gente, sea por evitar la controversia, sea por molicie, en fin... Cada oportunidad que aparece el tema, he preferido no tocarlo mucho.
Como muchos humanos, recibí una educación teñida por los colorantes religiosos. El azar geográfico quiso que ese colorante sea católico. En el colegio, la religiosidad católica la viví como un verdadero martirologio, como un conjunto de disposiciones absurdas y superticiosas, como un cúmulo de amenazas y moralinas insufribles. Y no pocas veces, también, como la justificación de algunas indecencias. Como sea, al terminar el valle escolar, no me quedaron muchas ganas de asumirme católico ni creyente de ningún equipo.
Pasaron los años y mi vida laica fue alejándome todavía más del suelo sacramental. La distancia irónica fue mi discreta y humilde posición. Eso sí, siempre sospeché del anticlericalismo y del anticristianismo, imposturas estridentes que me parecieron desagradables precisamente por su estridencia. El ateísmo para ser auténtico debe ser discreto y elegante, o es otra cosa, oropel vacuo y soberbio.
Pasaron unos años más para ver que ni el ateísmo ni la religión, ni la Materia ni la Cruz son intrínsecamente liberadores ni opresores. Muchas veces el ateísmo puede ser una coartada perfecta para despreciar "justificadamente" al pueblo. Muchas veces la fe significa, no la opresión morbosa y culposa, sino el momento de libertad de las personas, la feliz epifanía. Muchas veces, también, la cruz se convirtió en espada y en látigo y sólo la duda abrió el espacio de libertad.
La historia dirá de qué lado nos pone y de qué lado pone el espíritu sagrado. Qué significa la idea de un dios es una pregunta que cada quién podría responder o no. O quizá, sea una pregunta ante la que sólo cabe callar porque la respuesta es inefable.

jueves, febrero 04, 2010

En el anteojo, no en el ojo


Cada cierto tiempo algún evento o texto actualiza la discusión sobre el mapa político-ideológico ¿Qué es derecha? ¿Qué es izquierda? ¿Son categorías válidas? El último artículo del sociólogo Sinesio López abona en ese sentido. Como suele suceder, empieza bien en la crítica pero se pierde en el intento de dotar de carne a la entidad "derecha". Siempre es compleja la tarea de dar sustancia óntica a los conceptos, especialmente cuando se trata de conceptos tan relacionales como "izquierda" o "derecha". Si a esa complejidad se le añade el lugar de enunciación, podemos terminar confiando más "en el anteojo, no en el ojo" y disparando a molinos de viento.

No creo, sin embargo, que toda esta cháchara sea del todo inútil. De hecho, constituyen prototipos de las operaciones ideológicas presentes al momento de construir retóricas que se ubican en algún lado del mapa político-ideológico. Quizá, de lo único que podamos hablar con más propiedad sea de las palabras. Y eso no es poco. De la eficacia performativa de las articulaciones discursivas, hay bastantes demostraciones, pero no se trata sólo de eso. Las retóricas de distinto cuño atraviesan su fuente original y se ven en la necesidad de conquistar hegemonía. Por eso no es descabellado decir que toda retórica político-ideológica es populista, buscan construir un pueblo que puedan representar.

En el Perú, desde los noventa, la batalla por la hegemonía tiene diversos frentes y, aunque en los sectores urbanos haya una tendencia bastante marcada, no se puede decir nada definitivo todavía.

Y bueno, observar esto no deja de ser divertido, pero uno no deja de preguntarse, "ok, pero entonces, ¿qué es izquierda y qué es derecha?". Siguiendo lo dicho anteriormente, podríamos hablar de retóricas que se presentan como si fueran de derecha o de izquierda, según cada caso. De ahí que se hable de "izquierdas" y "derechas", en plural. Pero hasta ahí, seguimos en el campo de batalla, en el juego por conquistar al pueblo representable. Las cosas definitivamente cambian con la toma del poder.

Freud ubicó al acto de gobernar como uno de las tres profesiones imposibles (psicoanalizar y educar son las otras dos). Esto quiere decir que, en última instancia, en la posición de gobernar, todo conocimiento positivo resulta insuficiente para tomar una decisión política. Gobernar es estar en una situación indecidible. Por ello, no resulta extraño que en numerosas ocasiones políticos "de derechas" tomen medidas "de izquierda" y viceversa.

En cada decisión, en cada situación particular cabrá preguntarse, entonces, ¿es buena para quién? ¿qué consecuencias tendrá? ¿quiénes salen perdiendo? ¿qué dirá en santo padre? ¿qué dirá el hambriento del basural de La Parada? Las respuestas serán siempre retóricas.

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sábado, enero 23, 2010

Aucayacu, después de las cenizas

Camino por Aucayacu. La primera vez que oí su nombre fue hace muchos años: habían descubierto unas fosas comunes donde yacía una famiia aniquilada por el ejército. "Sí, pues, lo único que sale de Aucayacu son noticias de muertes", me dice mi acompañante que llamaré Tito.
Tito nació en un pueblo de San Martín. Cuando tenía 3 años, su familia se traladó a Aucayacu buscando mejores horizontes. Eso significó que su infancia y juventud las pasara en medio del peor conflicto armado que azotó tierras peruanas. Muchas idas y vueltas vinieron después, hasta que se asentó definitivamente en esta pequeña ciudad del margen derecho del río Huallaga.
Miramos el Huallaga, pero sobretodo miramos la banda izquierda. En esos territorios reina la indeterminación y un halo de incertidumbre que hace uno no sepa dónde termina la prudencia y dónde comienza el delirio persecutorio. Narcos, terrucos, delicuentes comunes, paramilitares, cocaleros recalctrantes, tierra agreste, malaria. Una tierra que nunca exploraré, pero que miro con fascinante inquietud.
Tito intuye mi mente. "Para mí, ya no hay tíos (senderistas). Lo que hay son policías disfrazados que matan a cualqueira por ahí y lo decoran todo como si fuera hecho por los tíos", me dice. Puede ser. Una de las cosas que uno aprende cuando visita lugares como así es que existe demasiada gente interesada en que las cosas no cambien en el mundo.
Aucayacu ("guerreros del agua" en quechua) sigue existiendo, pese a todo. Resistiendo el paso del tiempo y los olvidos. La gente sigue migrando a estas tierra que se imaginan generosa, pero que pronto colapsará ecológicamente. Con sus emos, con sus narcos, con sus tucos, pero también con su gente buena onda y con ganas de salir del estancamiento con el infaltable ritmo tropical, Aucayacu es todavía una posibilidad y una promesa.
Tito me lo confirma: "He estado por tantos sitios y he terminado regresando a mi tierra. Yo pienso que por algo será, que todavía tengo una misión que cumplir aquí". Sí, Tito, tú eres uno de los guerreros del agua.

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