NOTAS CARTOGRÁFICAS DE SERVICIO PÚBLICO

miércoles, mayo 28, 2008

Un poeta ha muerto


Ha muerto Alejandro Romualdo en "extrañas circunstancias". Se presume asesinato. En el país donde sobran los autodenominados poetas, matan a uno de verdad.
Lo imagino ironizando sobre el asunto de las extrañas circunstancias, haciendo reverbar cada palabra como si cada una encerrara significados que nadie puede descifrar fácilmente. Yo era niño pero recuerdo bien cuando llegaba a casa para almuerzos que duraban varias horas. Conversador infatigable, profundo conocedor del arte y agudo juez de la política. Era preciso tomar cada palabra que salía de su boca con sumo cuidado, pues uno nunca sabía si estaba entendiendo bien, pero indudablemente se trataba de palabras escogidas (primacía del significante y las vibraciones de la voz).
Sus juicios sobre literatura eran terminantes, casi fulminantes, pero certeros, y nunca se ahorraba el verbo para explicar sus descubrimientos. Ese es el Xano que recuerdo.
La resonancia que ha tenido su muerte contrasta con el silencio y el ninguneo del que fue objeto por parte del establishment, aunque eso no le importaba mucho. "¿Por qué voy a esperar algo de ellos si siempre estuve contra ellos?", nos dijo hace algunos años. Ya imagino los homenajes póstumos, organizados por gente despreciable que nunca le tuvo en buena estima. Imposible no recordar sus propios versos, acaso escritos como un presagio:

Los mismos que las piernas te cortaron,
en estricto privado,

hoy te regalan las muletas
en acto público.
(Miseria de la ideología, en Ni pan ni circo)

Quedará su obra, como la de todo gran artista. Quedará esa poesía donde no sobraba ni faltaba una coma, pues, a pesar de los debates cincuenteros entre poesía social y poesía pura, él optó por la Poesía a secas, sin adjetivos.
Murió, dicen, en "extrañas circunstancias". Pero, ¿acaso una vida creativa no es en sí una circunstancia extraordinaria? La lotería de la biología me dio la oportunidad de conocer a este hombre y escucharle como un oráculo. Gracias Xano, porque nos enseñaste que las palabras siempre nos quedan cortas pero que son fundamentales, un bien escaso. Porque no enseñaste que somos como Prometeo y que el impulso de crear es nuestro buitre cotidiano, lacerante y perpetuo, imposible de dejar.

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