La chinoise es un tigre de papel

Algunos comentarios entusiastas y un prometedor trailer en youtube, nos animaron de ir a ver una de Jean Luc Godard, "La chinoise". Hecha en 1967, se puede decir que trata irónicamente sobre las contradicciones de un grupo de jóvenes burguesitos maoístas estudiantes de Nanterre que se obsesionan por aprender a pie juntillas las enseñanzas del chairman Mao. Hasta ahí suena bien, incluso entusiasma. Pero luego de unos minutos en la sala, sólo quería huir de una de las películas más pretenciosas y aburridas que la vida me ha propinado.
De acuerdo, sé que debo contextualizar mi reacción y tomar en cuenta las circunstancias en que esta película fue producida y el momento en que la estoy viendo. Después de todo, han pasado 40 años, mucha agua ha corrido y quizá estoy siendo injusto con una obra que fue importante en su momento y que es un referente para el cine francés de esa década. Sin embargo, tendré que responder que el tiempo no justifica, sino que, por el contrario, es un agravante de la estafa cinematográfica sufrida. Podemos enumerar un serie enorme de películas mucho más antiguas que siguen resistiendo el paso de los años, o que los años enriquecen sus posibles lecturas. Basta nombrar el cine de Chaplin, Lang, Einsenstein, etc.
Tampoco se trata de que no entendemos la parafernalia "experimental" de la nueva ola. Buñuel o Fellini son mucho más audaces en la forma, pero mantienen al espectador con la atención sobre la pantalla.
Y es que no basta un tema interesante y unos cuantos trucos en la estructura narrativa. Es imprescindible mantener cierto pathos que se pueda trasmitir al público. Curiosamente las partes más logradas son las menos experimentales (la conversación en el tren, el asesinato del ministro soviético, las escenas finales), que son también las menos directamente irónicas.
En fin, cada cual es libre de verla. Eso sí, recomiendo tomar mucho café previamente.