NOTAS CARTOGRÁFICAS DE SERVICIO PÚBLICO

martes, setiembre 23, 2008

Subversión contra transgresión



Desde mi temporada en el infierno, es decir, desde mis tiempos de colegial, pude darme cuenta de que, aunque a los ojos del poder instituido, tanto el transgresor como el subversivo deben ser perseguidos, la verdad reside en los matices.

El transgresor será aquél muchacho o muchacha vulgar, pletórico en insultos de bajo calibre y risa estentórea. Tiene la mentada de madre a flor de labios, no le gusta ni la ciencia, ni el arte, ni la literatura, ni nada que no comprenda demasiado y le haga sospechar que es un imbécil. Al fin y al cabo, sabe que siendo lo suficientemente franelero se le conmutará la pena a cambio de ejercer parte del control social (violencia selectiva y ejemplar) en el entorno escolar, de la misma manera que los carceleros establecen alianzas corruptas con los faites para que los penales no se desborden.

Es el que el transgresor es funcional al orden disciplinario: como los narcotraficantes le sirven a los gobiernos de Perú y Colombia, como los traficantes de opio le servían a los talibanes y a todas la potencias europeas, como los sicarios de los Barrancones a cierto exalcalde del Callao, etc.
Así, el trasgresor es vulgar, violento, abusivo, reproduce en su comportamiento los mismos vicios que las élites dominantes. Es predecible.

El subversivo puede comportarse así también. O no. Su objetivo no es la destrucción del entorno, sino más bien contruir uno nuevo. Un nuevo orden, una nueva cultura. O, al menos, imaginar que las cosas pueden ser distintas y comunicar esa imaginación a otros seres humanos. Sus medios pueden ser el sabotaje, la contrainteligencia, la agitación, la propaganda o la deserción.
Será la estrategia del discurso hegemónico aislar su medios y encasillarlos en el campo semántico de lo criminal. Ese mecanismo, sin embargo, no está exento de aporías. La principal: se insiste que el subversivo (político) es criminal para emparentarlo con el transgresor (pre o no-político), pero las sanciones para uno y otro caso son bastante distintas. El sistema podrá tolerar que sigas matando gente en tu combi, pero no te dejará imaginar siquiera que otro mundo es posible.

Por eso, es imprescindible para las élites dominantes utilizar todos sus aparatos represivos e ideológicos para evitar la ocurrencia de un acontecimiento emancipatorio.

Y aquí regresamos al lugar de los trangresores en la economía libidinal del orden disciplinario. Serán lanzados como hordas que atemoricen los deseos de libertad de la multitud, como las bandas sanchecerristas de los 30 o como los sicarios y narcotraficantes más recientemente. Pero, y esto más relevante aún, serán propuestos como modelos válidos de identificación para miles de jóvenes que se creerán muy libres porque bailan reggaeton y se visten como pandilleros del Bronx.

Ciertamente, no se trata de decir que lo subversivo tenga alguna bondad inherente (que no tiene nadie) ni mucho menos, pero sí son intentos (muchas veces, fallidos) de plantear discontinuidades, brechas, agujeros negros que suspendan la continuidad de la experiencia humana y ayudan a pensar que la vida no se reduce a la mundo que nos rodea. Obviamente, tal cualidad no le da validez ni a sus propósitos ni a su medios ni sus devenires y habrá que ver caso por caso.

(Son reflexiones que me suscitó el ver algunas decenas de muchachos haciendo una cola durante más de tres hora para entrar al programa de Raúl Romero. ¡Miles de millones de años de evolución de la materia y la vida para terminar así!)

Continuará...

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

"El sistema podrá tolerar que sigas matando gente en tu combi"... o estupidizando gente con tu programa de televisión... en el que incluso se representa jocosamente la trasgresión.

Buen remate. Sí pues, tantos millones de años de evolución de la materia para caer en silo de los romero, las medina, las bozo, los bayly.

sábado, setiembre 27, 2008 2:22:00 a. m.

 

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