Sobre la arbitrariedad de los significantes
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Hace poco me contaron la siguiente historia.
Había una pareja de jóvenes que se querían mucho y ya tenían cierto tiempo juntos. Un buen día él le dijo a ella:
- Querida, hay algo que quiero darte. Pero antes de dártelo debo hablar con tus padres.
En la mente de la chica sólo apareció una imagen: aros de compromiso. Su amado la pediría en matrimonio y en adelante sería conocida oficialmente como "comprometida".
La muchacha no lo podía creer. ¿Está pasando esto de verdad? Se lo contó a todas sus amigas y primas, quienes chillaron de alegría y acompañaron su ilusión hasta el día D.
Y llegó el día. Ella se despertó muy temprano, pues la anisedad no le dejaba dormir. Fue a la peluquería para hacerse un peinado bonito para la ocasión y también la manicure. Fue la mercado para comprarse el vestido más lindo que podría comprar con sus magros ahorros de joven estudiante. Se sentó a esperar. El novio llegaría a las cinco y no faltaba nada. Ya ella le había avisado a sus padres que no podían moverse de casa y que se vistiesen para la ocasión.
Cinco en punto y suena el tiembre. El hombre de la casa abre la puerta y aparece el novio con una cosa peluda entre las manos.
- Señor, justo necesitaba hablar con usted. Quiero pedirle permiso para regalarle a su hija este lindo perrito.
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