NOTAS CARTOGRÁFICAS DE SERVICIO PÚBLICO

lunes, setiembre 12, 2005

LOCURA CON NOMBRE PROPIO


"En cuanto a la responsabilidad o la irresponsabilidad, nada sabemos de tales nociones: se las dejamos a la policía y a los psiquiatras de los tribunales".
Deleuze y Guattari

Hace unos días en la Sala Belisario Suárez de la Municipalidad de Miraflores se inauguró una exposición de Arte Terapéutico. La muestra está compuesta por varias pinturas elaboradas por pacientes psiquiátricos en el taller de arte de un centro de salud mental durante 30 años hasta 1998. La inauguraciòn estuvo presidida por la ministra de Salud y los impulsores de la experiencia (un psiquiatra y un artista), los cuales en todo momento resaltaron la importancia del arte para la facilitar la mejora de la salud mental de los pacientes.

De pronto descubrí que en esta exposición de pintura los cuadros no tenían leyendas, es decir, no había manera de identificarlos por su título ni por el nombre de su autor. Sólo en algunos cuadros el autor se había animado a firmar su obra. Al comentarle esto a un amigo psiquiatra, muy risueño dijo: "claro, debieron poner 'loco pincel' o algo así". Como sea, me quedé con la duda y no tuve la oportunidad de planteársela a los promotores del arte terapéutico. Y, ciertamente, no creo que hubiera podido satisfacer mi duda simple y acaso extraña: ¿por qué estos cuadros no tenían nombre como sí los tienen los de otras exposiciones de pintura? Estaba claro: estos pintores no tenían nombre propio y si sus obras se estaban exponiendo la razón era su locura, no el arte. No se trataba de arte, sino de productos de arte-terapia.

Obviamente, el efecto fue el interés del público: se trataba de una muestra interesante. Y ahí está el problema, que es interesante en tanto objeto de observación clínica. "Miren lo que pintaron estos locos". La masa informe de locos carece de nombre y carecen de arte. Por eso, tampoco había ninguno de los autores en la muestra y de alguna manera estaban representados por el psiquiatra y el profesor de arte. Los locos tampoco tienen cuerpo ni palabra.

Imagino esos pintores anónimos intentando formas con sus pinceles, con sus manos, pegando collages, a lo largo de tres décadas. ¿Acaso no hay cierto parentesco entre estas obras y las que hacían sus colegas no-locos? Por ejemplo, en algunos collages se pueden ver algunas de las temáticas y estilos que en esos mismos años trabajaba Jesús Ruiz Durand, y otros cuadros recuerdan las osadías del grupo Huayco. Locos y pintores tramitando el malestar de la época con similares formas de delirar el campo social.

¿Por qué no ver estas pinturas de una manera distinta a la del mero interés clínico? De pronto podríamos encontrarnos de pronto con obras, experimentos, hallazgos, autores inéditos, informaciones que contribuyan al conocimiento del arte producido en estas tierras ¿Por qué no?

Si la omisión del nombre propio puede leerse como una negación de la humanidad de los autores, tambien puede abrir las puertas para construir nuevos nombres propios (más aun en un país en el que todavía quieren gobernar los apellidos). Después de todo, no todos los locos se llaman Jeringa ni Pincel.


Lima, 12 de setiembre del 2005

domingo, setiembre 04, 2005

LA VERDAD SUPREMA


Hace novecientos años Occidente se lanzó contra los infieles bajo la proclama de “Dieu li volt” para ganarles los Santos Lugares e incorporarlos a la Cristiandad.
Esta historia no tendría mucha importancia ahora si no me la hubiese contado el eximio historiógrafo Giuseppe Morandi, recordado maestro que me inició en la labor de escribir la Historia, de convertir bandidos en héroes, idiotas en pensadores de ideas preclaras, y demás obras de caridad.
El profesor Morandi solía repetir una frase de Heinrich Grosz: “no importa cuán larga ni cuán trascendente sea la historia si no se le adorna con la suficiente mierda”. Esta frase siempre me pareció precursora y me animó a escribir las grandes hazañas de nuestros héroes: todos fueron grandes y todos fueron respetables y grandes las gestas y grande el etcétera.
Había construido un maravilloso castillo de honor y valentía, todos mis personajes figuraban en el Panteón de la Patria y el país se sentía orgulloso de tan egregio Pasado.
Sin embargo, no faltaron los incrédulos. Uno de ellos, un tal Otto Böecklin, hizo sus propias pesquisas apelando a todas las ciencias inventadas por el hombre, excepto una: la Historia. Este individuo llegó a la conclusión de que yo había mentido al país, que todos mis personajes habían sido en verdad unos bandidos de cuarta, y que merecía una humillación pública. Obviamente ni el Supremo Gobierno ni el Pueblo le creyeron, y Su Excelencia resolvió enviarlo a un hospital psiquiátrico ubicado en el desierto del Norte. Yo, en cambio, fui elevado a la categoría de Monumento Nacional Viviente, me otorgaron una pensión generosa y paso mis últimos días en una casa en la costa.
Quizá alguno de mis discípulos decida contar mi historia más adelante, pero esto me tiene sin cuidado ya que sé que no hará más que contar su propia historia.

jueves, setiembre 01, 2005

PREFIERO NO


¡Qué siglo de manos!- Yo nunca tendré mano.
Rimbaud



La noche del viernes 26 de agosto del 2005 asistí al acto conmemorativo por la entrega del informe de la CVR en la Av. de la Peruanidad. Estuve (soporté) unos 30 o 40 minutos hasta que no aguanté más y me fui. Aquí algunas reflexiones sazonadas.

Simio no mata a simio

No, esta vez no fue así. Desde los escombros, con las pocas fuerzas que me quedan después de tantas cosas ocurridas en mi vida, logré sobreponerme a la ingenuidad, la indiferencia, la torpeza, la mentira, la ironía y el aburguesamiento. No, carajo!!!Go Home!!! Go Fire!!!Desperté de la mediocridad, aunque sólo haya sido por unos segundos, y lancé un sonoro grito por toda la humanidad toda, un grito de esperanza, sí señor, de amor a la vida, sí carajo, de amor al prójimo y de amor al amor mismo, we are the world, we are the children, ¿por qué no nos unimos en un solo grito por la democracia, por los derechos humanos, en defensa de los animales, por la capa de ozono, en fin, por tanta causa justa que pulula por ahí?

Asco

Recorro el espacio atestado de rostros conocidos y otros que no conozco pero que corresponden al mismo tipo. Por momentos me siento un Santiago y experimento una creciente sensación de desagrado, de repugnancia por el ambiente, por esos corazones bienintencionados, por tanto caviar derrochado (ahora hay hasta senderismo caviar), por los primates de dos metros encargados de "resguardar el orden", por la estetización del dolor, en fin, por tanto burgueses y aburguesados que esa noche dormirán complacidos por su buena acción del día. ¿Fue allí, Zavalita, fue allí que se jodió el Perú?. Vamos, parece excesivo decir eso, pero ciertamente su necedad abona la injusticia. (Galleta, chicle, cigarro, dice la mujer con un polo raído de los Power Rangers. No le importa mucho qué piensan esas personas que se parecen tanto a la señora de la casa donde trabajaba hace años, además Leito está nominado.)
Pero la banalidad de un movimiento frenético que nada mueve no es menos repugnante que la inconsecuencia y el show debe continuar. El chasqui se computa peruano porque está disfrazado. Oigo las sagradas notas del himno patrio en un piano electrónico y siento cierta nostalgia por las desafinadas bandas marciales. Jodieron a los dos Santiagos: Zavala y Román (el de "Días de Santiago"). Entonces lo comprendo todo: en esta performance, el otro es una hamburguesa de a sol. El resto es historia conocida y repetida: fotos que se transformaron en jugosos financiamientos; acciones gubernamentales que fueron sistemáticamente ignoradas; argollas y castas eficazmente perennizadas en algunas instituciones y en la universidad de la tolereichon. Derecha e izquierda unidas, jamás serán vencidas.
Sí, Santiago. 70 mil muertos por las huevas, compadre.


Colofón edificante

Felizmente habían instalado los muy pertinentes módulos DISAL y pude aplacar mi vejiga. A esas alturas, tanta pose me estaba intoxicando y sentía cada vez más necesaria una solución final. Llevaba un cartucho de libertad agazapado en la dinamita. ¿Nos vamos?. Sí, mejor. La noche promete mejores destinos.

Lima, 1 de setiembre de 2005

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