El libro del fin del mundo

Durante años estuvo descansando en mi librero sin que me atreveriera a pasar de la magistral primera página, aquella donde habla de ese hombre que era tan delgado que parecía siempre de perfil. La molicie, la desidia, en fin, las vicisitudes cotidianas me habín impedido a tomar y leer La guerra del fin del mundo de Mario Vargas Llosa. Hasta que llegó el día y acometí la tarea.
Leí tan portentosa obra con la fruición con la que leía antaño, mucho antes de convertirme en el hacedor de textos burocráticos que ahora soy.
Leerla ha sido una de las experiencias (vitales, intelectuales, etc.) más intensas de mis últimos tiempos ¡Qué historia! ¡Qué bien contada!
Quiso la providencia que buena parte de la lectura la hiciera durante un viaje de vacaciones por el norte, entre Tumbes y Piura, con un paisaje tan similar al sertón bahiano donde transcurre la acción de la novela. De pronto, tras esos algarrobos deseaba adivinar unos yagunzos tendiendo una emboscada a los soldados republicanos.
Vargas Llosa retrata con gran precisión la complejidad de cada humano que participa en una contienda a la vez revolucionaria y reaccionaria, por uno y otro lado, y la manera como los deseos y las taras se enturbian con las mascaradas ideológicas. Alguna vez, el propio Vargas Llosa dijo sobre esta obra que trata sobre lo que pasa cuando los seres humanos de carne y hueso se convierten en meras abstracciones. Y es que precisamente estas abstracciones del ser nos llevan al maniqueísmo, a ver el mundo con una paleta de sólo dos colores. La complejidad de la vida humana nos invoca, por eso, a dejar de lado los maniqueísmos.
Y aquí me asalta una nueva iquietud. ¿Cómo alguien que ha sido capaz de escribir tremenda novela total puede ser tan maniqueo en sus opiniones políticas? ¿cómo el ciudadano Vargas Llosa llega a renegar de forma tan furiosa del Vargas Llosa creador?
Supongo que alguna razón (acaso subalterna) debe haber. Como sea, le agradezco por haberme hecho vivir ese terrible y apasionante mundo paralelo que supo construir con tanta maestría.